Escuchaste alguna vez la frase: “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago” El apóstol Pablo vivió de forma tal, que las personas pudieron ver su deseo constante de estar en el cielo con Dios. Esta acción o estilo de vida evidenciaba una madurez tal, que daba al apóstol la autoridad de pedir al pueblo que lo imiten.

“Amados hermanos, tomen mi vida como modelo y aprendan de los que siguen nuestro ejemplo” Filipenses 3:17

De la misma manera, algo que debe animarte a buscar la madurez espiritual, es pensar en todo lo que Dios te dio en Cristo. No solamente experimentaste el milagro de la salvación, sino que también te da la esperanza de una vida futura. Pablo nos exhorta a vivir de tal forma que las cosas terrenales sean opacadas por el testimonio de verdaderos cristianos que saben que su vida y ciudadanía futura están en los cielos con Cristo. Nuestra conducta debe reflejar lo que el evangelio ha hecho en nuestra vida. La persona que ha creído en Jesús transita por este mundo, pero no es de este mundo.

Recuerda: tu ciudadanía está en los cielos, fuiste llamado para hacer un impacto en un mundo donde ya no hay moral y donde la reverencia a Dios se va extinguiendo cada vez más.

La única manera de crecer y madurar es a través de Su Palabra. ¿Cuánto tiempo de tu vida inviertes en buscar a Dios? ¿Te cuesta formar el hábito de un devocional diario? No limites tu vida espiritual a los fines de semana. Si hoy comprendes que tu vida espiritual carece de solidez, ¿qué acciones tomarías para fortalecerla? El verdadero cambio se produce con decisiones concretas no con intenciones. Sólo una búsqueda constante de Dios nos permitirá reflejar a Cristo.